«Mi primer día como voluntaria en la unidad de desnutrición me encontré con un niño que se negaba a recibirme pues estaba invadiendo su rutina. En mi último día salía por la puerta mientras nos mirábamos el uno al otro compenetrados y él me sonreía esperando a que volviera a cogerle en brazos tal y como estábamos cinco minutos antes. Así fue mi despedida de Colores de Calcuta. Este proyecto me ha enseñado a disfrutar y saborear las cosas más sencillas de la vida, lo básico, lo que siempre está presente con nosotros y ni siquiera apreciamos. Ahora, desde España, soy más feliz de lo que nunca fui teniendo exactamente lo mismo porque sé cómo saborearlo, una lección de vida que aprendí con vuestro proyecto. Gracias.»
Mercedes Ródenas, estudiante de Económicas, Murcia
Deja tu comentario