Presenciar una entrevista de admisión de una madre con su bebé desnutrido fue una de las cosas que más me impresionó de mi viaje durante el voluntariado con Colores de Calcuta. La llegada al Centro Médico del barrio de Pilkhana, como sucedía casi todos los días, de un pequeño de 3 meses con apenas 3 kilos de peso, me dio de frente con la realidad y las necesidades de un país donde creo que puedo decir que se encuentran los más pobres de entre los pobres.
La madre, una joven de veinte años con otro hijo de dos años, había tardado varias horas en llegar al Centro en transporte público. Aunque parecía tener algo de leche, su bebé ya no contaba con fuerzas para succionar, preocupación que le había hecho acudir al Centro ya que veía como su hijo se consumía cada día.
El pequeño no pudo ser acogido en ese momento en el Centro ya que estaba muy débil y se le derivó al servicio de urgencias de uno de los hospitales de Calcuta hasta que cogiera algo de peso (no todos los niños lo consiguen). Posteriormente, estos pequeños pueden ingresar en la unidad de desnutrición del Centro Médico que mantiene Fundación Colores de Calcuta, bien en la unidad de día o con un programa semanal, donde se reparte leche infantil a las madres de los menores.
Éste es el comienzo de la importante labor que hace Colores y cómo se mejora la calidad de vida de los niños y demás habitantes del barrio de Pilkhana y sus alrededores. La desnutrición infantil no es sólo una cuestión física, sino que produce un retraso psicomotriz en el niño, en su aprendizaje y en el correcto desarrollo de sus habilidades y capacidades. Por ello, no quiero dejar de recordar que, con tan sólo 100 euros, un niño con desnutrición recibirá leche infantil durante un año.
Ana Lago Rivaya
Periodista y Comunicadora (Madrid)
Agosto 2015
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